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Echo por FeedBurner

viernes, 23 de diciembre de 2011

Navidades austeras en Londres: De indignación a incertidumbre

Cuando una parte del mundo celebre los festejos por Navidad, cientos de indignados londinenses acampados desde hace más de dos meses a los pies de la emblemática catedral de San Pablo mirarán con incertidumbre qué futuro les deparará el año nuevo.

  Influenciados por sus pares de Madrid y Nueva York, los jóvenes británicos dijeron basta a los recortes presupuestarios y al desempleo derivado de la crisis provocada, a juicio de los inconformes, por la avaricia de las corporaciones y los bancos.

El movimiento iniciado en España el pasado 15 de mayo tuvo calado a escala planetaria hasta tocar las puertas de Wall Street, y encontró su eco europeo...

en la marcha contra la City, sede del sector financiero de Reino Unido, en el Día de la Ira convocado para el 15 de octubre.

Bajo el lema Unidos por el cambio global, la capital británica se sumó a 950 ciudades de 82 países para secundar la jornada mundial de protestas, bajo el liderazgo del recién creado Occupy LSX (Ocupa la Bolsa de Londres).

Unidos en una sola voz, haremos saber a los políticos y a las elites financieras a las que sirven que ahora somos nosotros, la gente, quienes decidiremos nuestro futuro, clamaron los indignados.

En un principio, el plan de los tres mil manifestantes congregados consistía en tomar pacíficamente la Bolsa londinense para reclamar justicia e igualdad social, pero la fuerte reacción policial les obligó a cambiar de rumbo.

Desde entonces, la estrategia varió y optaron por una acampada de protesta en la plaza donde se encuentra la representativa ermita anglicana de San Pablo, a unos pasos del fuertemente custodiado centro financiero del país.

Tal reacción tomó por sorpresa a las autoridades del templo protestante, quienes, incapaces de lidiar con el asunto, se sintieron amenazadas ante "el tamaño creciente y la naturaleza del campamento".

Por primera vez desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la imponente parroquia cerró sus puertas ante las persistentes protestas anticapitalistas, en una decisión sin precedentes en los tiempos modernos.

La catedral, al parecer más preocupada por la pérdida de sus donativos valorados en unos 37 mil dólares diarios, interpuso de conjunto con las autoridades municipales de la Corporación de Londres un requerimiento para desalojar a los manifestantes.

Pero más tarde retiró la petición y reabrió tras una semana de cierre, después de superar una crisis al interior de la cúpula anglicana que se saldó con la renuncia de dos altos clérigos contrarios a una expulsión forzosa apoyada por la iglesia.

En consecuencia, la Corporación de Londres prosiguió en solitario con su demanda de desalojo ante los tribunales, acción que suscitó -como era de esperarse- rechazo en las 200 tiendas de indignados, emplazadas frente a San Pablo.

El compromiso es claro: permanecer acampados hasta que el gobierno conservador del primer ministro, David Cameron, escuche nuestros reclamos, indicaron portavoces indignados.

Y todavía esperan respuestas, ya que Cameron sólo se ha referido al movimiento únicamente para expresar preocupación por las protestas.

Ante tal situación, en noviembre Occupy LSX -ramificado con un nuevo campamento en la londinense Finsbury Square- replanteó sus tácticas hacia lo que consideró una ola de reposesiones públicas.

Primero, una docena de inconformes ocuparon el complejo de oficinas vacías del banco suizo UBS en la barriada londinense de Hackney para crear lo que llamaron "un banco de ideas".

La iniciativa consistió en la apertura de locales y salas de reuniones en desuso de la abandonada sede del banco helvético para aquellos que perdieron sus guarderías, centros comunitarios y clubes juveniles, debido a los recortes gubernamentales del gasto público.

En consecuencia, el fundamento de las reposesiones resultó entonces mucho más obvio: cuando los bancos embargan las casas de las familias, las propiedades vacías de los bancos deben ser reposeídas por el público, afirmaron los indignados.

Partidarios de esa lógica, unos 200 inconformes irrumpieron también en Panton House, la sede de la compañía minera global Xstrata, en una incursión abonada con mano dura por la policía.

Tal acción permitió a los indignados protestar contra los altos salarios del sector corporativo, ante lo que consideraron una desigual distribución de los ingresos en favor del empresariado financiero.

Mientras el Gobierno nos impone medidas de austeridad, recorta nuestras pensiones, se deterioran los servicios de salud y cierra centros juveniles, estos ejecutivos se llenan los bolsillos de dinero todos los días, denunciaron manifestantes.

No obstante, si bien la ola de reposesiones reafirmó la voluntad de acción del movimiento, en términos legales Occupy LSX afronta serias dificultades, ya que los tribunales desestimaron argumentos y cuestionaron en presunta complicidad con el capital financiero los reclamos de justicia social.

Pero la lucha continúa, en tanto diciembre se erige como un mes importante para los inconformes, con apelaciones por hacer y decisiones judiciales por escuchar en torno a las peticiones de desalojo que determinarán el curso de los próximos acontecimientos.

Por ello, mientras en la City algunos brinden con champaña la llegada del Año Nuevo, a unos metros de allí, a los pies de la catedral de San Pablo, en medio de la incertidumbre, el llamado 99 por ciento quizás no tenga copas finas para festejos, ni razones halagüeñas a fin de celebrar en unas Navidades austeras.

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